Uno de los temas que,
para algunos medios españoles, poco da para hablar, el fracking, se ha
convertido en una cuestión bastante debatida en la prensa inglesa. La sociedad
británica se halla dividida en torno a dos posturas que, según Anne Perkins,
periodista de The Guardian, parecen ser difíciles de conciliar. De un lado, están
los defensores del fracking, grandes compañías que aseguran traer el recurso de
energía del futuro y ganancias fiscales. Y del otro, los opositores, habitantes
de municipios con grandes zonas verdes, asentados sobre balsas de gas pizarra.
De acuerdo con Perkins,
existe una alternativa que el gobierno inglés parece olvidar: la
descarbonización de la electricidad, o dicho de otro modo, la reducción de la
emisión de CO2 en la producción de electricidad. ¿En qué consiste tal procedimiento? Según
Jeffrey D. Sachs, director del Instituto de la Tierra de la Universidad de
Columbia, “se basaría en pasar de los combustibles fósiles –el petróleo, el gas
y el carbón- a las energías renovables, y la retención de las emisiones de CO2
que producen los recursos contaminantes para evitar que lleguen a la atmósfera”.
Esas emisiones quedarían enterradas bajo tierra o bajo la superficie marina,
con el fin de crear futuros pozos de petróleo, según Sachs.
¿Qué impide el
asentamiento de la descarbonización en Reino Unido? Lo mismo que impide, según
el experto, la presión que ejercen las grandes compañías pro-fósiles al
gobierno estadounidense. “Los enemigos de la teoría del cambio climático han
gastado miles de millones de dólares para influir en las autoridades, apoyar
las campañas electorales de los defensores de los combustibles fósiles y
derrotar a los candidatos que se atreven a fomentar la energía limpia”, ha
indicado Sachs en un artículo publicado en El País. “El Partido Republicano en
conjunto obtiene un apoyo financiero en gran escala de los oponentes de la
descarbonización y esos donantes luchan agresivamente contra la menor medida en
pro de la energía renovable. Por su parte, muchos miembros demócratas del
Congreso en Estados Unidos forman parte también del bando defensor de los
combustibles fósiles”. Y en todo este embrollo, quienes salen perdiendo son las
renovables. De acuerdo con Perkins, “algunos diputados conservadores han afirmado
que el fracking puede ser una alternativa a la descarbonización, lo que supondría
acabar con las inversiones en las renovables”.
En España, la situación
no varía demasiado. La Asociación Española de la Industria Eléctrica (UNESA), más
conocida por ser la patronal de las eléctricas, ha afirmado en numerosas
ocasiones la necesidad de suprimir las subvenciones que el gobierno otorga a
las energías renovables para reducir la factura de la luz. Mientras que José
Miguel Villarig, presidente de la Asociación de Productores en Energías
Renovables (APPA), ha seguido insistiendo en que las “grandes damnificadas” de
la reforma energética –aprobada por el gobierno el pasado año-, son las
energías limpias. Un enfrentamiento que da para hablar en otra entrada.