miércoles, 5 de febrero de 2014

La descarbonización de la electricidad, una alternativa al fracking

Uno de los temas que, para algunos medios españoles, poco da para hablar, el fracking, se ha convertido en una cuestión bastante debatida en la prensa inglesa. La sociedad británica se halla dividida en torno a dos posturas que, según Anne Perkins, periodista de The Guardian, parecen ser difíciles de conciliar. De un lado, están los defensores del fracking, grandes compañías que aseguran traer el recurso de energía del futuro y ganancias fiscales. Y del otro, los opositores, habitantes de municipios con grandes zonas verdes, asentados sobre balsas de gas pizarra.

De acuerdo con Perkins, existe una alternativa que el gobierno inglés parece olvidar: la descarbonización de la electricidad, o dicho de otro modo, la reducción de la emisión de CO2 en la producción de electricidad.  ¿En qué consiste tal procedimiento? Según Jeffrey D. Sachs, director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia, “se basaría en pasar de los combustibles fósiles –el petróleo, el gas y el carbón- a las energías renovables, y la retención de las emisiones de CO2 que producen los recursos contaminantes para evitar que lleguen a la atmósfera”. Esas emisiones quedarían enterradas bajo tierra o bajo la superficie marina, con el fin de crear futuros pozos de petróleo, según Sachs.

¿Qué impide el asentamiento de la descarbonización en Reino Unido? Lo mismo que impide, según el experto, la presión que ejercen las grandes compañías pro-fósiles al gobierno estadounidense. “Los enemigos de la teoría del cambio climático han gastado miles de millones de dólares para influir en las autoridades, apoyar las campañas electorales de los defensores de los combustibles fósiles y derrotar a los candidatos que se atreven a fomentar la energía limpia”, ha indicado Sachs en un artículo publicado en El País. “El Partido Republicano en conjunto obtiene un apoyo financiero en gran escala de los oponentes de la descarbonización y esos donantes luchan agresivamente contra la menor medida en pro de la energía renovable. Por su parte, muchos miembros demócratas del Congreso en Estados Unidos forman parte también del bando defensor de los combustibles fósiles”. Y en todo este embrollo, quienes salen perdiendo son las renovables. De acuerdo con Perkins, “algunos diputados conservadores han afirmado que el fracking puede ser una alternativa a la descarbonización, lo que supondría acabar con las inversiones en las renovables”.

En España, la situación no varía demasiado. La Asociación Española de la Industria Eléctrica (UNESA), más conocida por ser la patronal de las eléctricas, ha afirmado en numerosas ocasiones la necesidad de suprimir las subvenciones que el gobierno otorga a las energías renovables para reducir la factura de la luz. Mientras que José Miguel Villarig, presidente de la Asociación de Productores en Energías Renovables (APPA), ha seguido insistiendo en que las “grandes damnificadas” de la reforma energética –aprobada por el gobierno el pasado año-, son las energías limpias. Un enfrentamiento que da para hablar en otra entrada.


miércoles, 20 de noviembre de 2013

Ajenos a la realidad

Hace un año, Naderev M. Saño, jefe de la delegación filipina en las negociaciones sobre el cambio climático en la Conferencia de las Partes, pedía, ante sus compañeros –todos ellos Jefes de Estado-, auxilio. Lo hacía sabiendo que su país recibe cada año cerca de veinte tifones, y quizás lo hacía también intuyendo que pronto vendría el más destructor de todos: el tifón Yolanda.


Con vientos de hasta 314 km/hora y olas de hasta 15 metros, el tifón que ha arrasado la isla de Leyte y ha acabado con la ciudad de Taclobán, se ha convertido en el fenómeno meteorológico más fuerte y violento de los acontecidos hasta la fecha en el archipiélago. El gobierno filipino confirmó que 4.460 personas habían perdido la vida. Un dato que no se aleja demasiado de aquellos que dejaron el tifón Thelma -el más destructivo hasta ahora con 5.100 muertos-  y el tifón del pasado año, Bopha –con 2.000-.

El tifón Yolanda forma parte de la serie de catástrofes naturales que ha asolado el planeta desde comienzos del siglo XXI. Las imágenes del huracán Katrina, el terremoto de Haití o el tsunami que asoló la costa del Índico en 2004 aún las revivimos con claridad en nuestras mentes. Y estas imágenes señalan, sin lugar a dudas, que el cambio climático es una realidad. A su vez, generan diversas preguntas: ¿cuándo dejarán los países con menos recursos de pagar las consecuencias del calentamiento global? ¿Cuándo desaparecerá la venda que impide ver a los mandatarios que los efectos existen? ¿Cuándo se dejará de ser ajeno a la realidad?

Si bien antes los seres humanos se enfrentaban a catástrofes naturales y podían parecer cercanos a la naturaleza y alejados de su destrucción –a excepción del caso de la Isla de Pascua, en el que sus habitantes agotaron los recursos-, lo cierto es que la preocupación por el medio ambiente no llega hasta la segunda mitad del siglo XX. Con la aparición de la Revolución Industrial, el hombre le pierde el respeto a la madre natura y comienza a disponer de los recursos naturales para su explotación. Se estudia la naturaleza para integrarla a la técnica, y con ella, a la industria.  Pero es en la década de los sesenta cuando comienza a tomar forma la idea de que ‘no podemos hacer con la naturaleza lo que queramos’ y tampoco ‘podemos tomar todos los recursos a nuestro antojo’. Los occidentales se percatan de los cambios que la técnica ha provocado en el medio ambiente y empiezan a sentir la amenaza del fin de la existencia.

Afectadas por el huracán Katrina 
Desarrollo sostenible
A raíz de este cambio de pensamiento, aparece en escena un concepto que aglutina el nuevo descubrimiento e intenta que la economía haga las paces con la ecología: el desarrollo sostenible. Catapultado y difundido por la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992, “la expresión se refiere a un proceso de desarrollo socioeconómico capaz de prolongarse en el tiempo sin minar catastróficamente la capacidad de la naturaleza para mantenerlo”, señala el sociólogo Ernest García. Tal y como afirma éste, el concepto adolece de una “ambigüedad política”. Es decir, se reconoce que el modelo de sociedad actual perjudica al medio ambiente, al mismo tiempo que no se abandona el fin de ese modelo, esto es, el crecimiento económico. Horizonte que guio la actividad industrial desde el inicio de la Revolución Industrial y causante de agravar el clima.

De ahí que numerosos sociólogos, como el alemán Harald Welzer o el ya desaparecido francés Cornelius Castoriadis, indiquen que la única forma de no dañar aún más el medio sea abandonando el modelo capitalista.

Hace falta que haya cambios profundos en la organización psicosocial del hombre occidental, en su actitud con respecto a la vida, para resumir, en su imaginario. Hace falta que se abandone la idea de que la única finalidad de la vida es producir y consumir más –idea absurda y degradante a la vez-; hace falta que se abandone el imaginario capitalista de un seudocontrol seudorracional, de una expansión ilimitada.
No obstante, tales palabras quedan refutadas con aquellas que ofreció la ONU en la década de los noventa. “El desarrollo sustentable no implica el cese del crecimiento económico. Más bien exige el reconocimiento de que los problemas de la pobreza y el subdesarrollo, y los problemas ambientales relacionados, no se pueden resolver sin un vigoroso crecimiento económico”. Argumento compartido, asimismo, por la Comisión Brundtland y la Unión Europea y que impulsó la aparición de la economía medioambiental y la economía ecológica.

Un avance significativo
La economía medioambiental sigue considerando la naturaleza al servicio del hombre, pero se preocupa por ella al introducir técnica y gestión de recursos para controlar el posible daño. De acuerdo con Victor Climent, escritor y sociólogo español, este modelo de capitalismo no es una alternativa ecológica real, ya que por un lado, “los mecanismos de mercado todavía se resisten a interiorizar las externalidades negativas que el mismo genera”; los Estados apenas tienen iniciativa política – debido a “la dinámica electoral y las fuertes presiones ejercidas por los grandes grupos industriales”-; y “las diferencias entre los intereses productivos nacionales y el carácter planetario de sus efectos secundarios”.

Por su parte, la economía ecológica evalúa los impactos ambientales en términos económicos, pero también físicos. Valora aquello que la economía medioambiental no tiene en cuenta, que es el proceso físico de producción y gasto, y pretende que éste sea sostenible. Es un enfoque que se preocupa por las generaciones futuras –multigeneracional, palabra de Georgescu-Roegen-, considera la tecnología como una ilusión -en lugar de ello, propone que ‘se pase con menos’-, y afirma que debe realizarse un paulatino cambio entre las energías no renovables y las renovables.
 
Concienciados sin actuar
El sociólogo alemán Ulrich Beck señala que la sociedad moderna se caracteriza por ser una sociedad reflexiva. Es decir, una sociedad que se conoce a sí misma tanto como nunca antes se había conocido. Asimismo, identifica la sociedad de hoy como ‘la sociedad del riesgo’. Nunca se sabe qué va a pasar –cuánto durará tu coche, tu matrimonio, tu trabajo- y por ello, todo se somete al orden de un seguro. Junto al también sociólogo Anthony Giddens, explica que los problemas ecológicos pertenecen a este tipo de sociedad, puesto que son problemas de una situación de riesgo e incertidumbre.

De acuerdo con Beck, en la sociedad del riesgo, aquellos más incontrolables son los manufacturados o los surgidos a partir de la acción del hombre. Los problemas ecológicos responden a este patrón. Así, los datos que arrojó el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) en 2007, llegaron a la conclusión de que existe “un 90% de probabilidades de que el cambio climático que se observa en la actualidad es un efecto de la actividad humana causado esencialmente por las emisiones constantes de gases de efecto invernadero desde la industrialización”
.
Si la sociedad de hoy sabe más y se ha admitido que el cambio climático ha sido generado por la actividad industrial, ¿por qué aún se siguen explotando recursos no renovables y se intenta explotar otros recién descubiertos (como el gas pizarra)? [Véase Manifestación ciudadana en contra del Fracking ] ¿Por qué aún el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, presiona para que se eliminen las subvenciones a las nuevas energías alternativas? ¿Por qué aún la población china respira altos niveles de CO2 cuando pasea por las calles de Pekín? Por varias razones: ¿cómo se puede responsabilizar a la generación que inició el daño al medio ambiente? ¿Cómo se puede estar seguro de los horrores que supone el calentamiento global –derretimiento de los polos, desecación de lagos y ríos o la desaparición de superficie terrestre-, si todavía la sociedad de hoy no la ha divisado? ¿Cómo se va a actuar si se confía en los milagros de la tecnología?

Paneles solares 
 Castoriadis emplea una palabra para justificar tal comportamiento: la prudencia. “Puesto que lo que está en juego es enorme, y aunque las probabilidades son muy inciertas, procedo con la prudencia más alta, y no como si no pasara nada”. Debido a que nadie sabe con certeza si será cierto o no que el nivel de los océanos se elevará, desaparecerán multitud de especies y el agujero de ozono se extenderá, se toma como solución cerrar los ojos y seguir como si nada. A lo que Welzer añade: “la motivación (para cambiar la conducta) es escasa cuando uno debe modificar la propia conducta sabiendo que es altamente improbable que esa modificación surta efecto alguno”.

 Dejar el problema en manos de la ciencia no es la solución. Primero, porque, tal y como dice Welzer, dejar de contaminar y malgastar no implica que se solucione el cambio climático. Y segundo, porque las catástrofes naturales son sociales, en el sentido de que tras ellos, numerosos conflictos políticos, económicos y sociales emergen a la superficie. El tifón Yolanda ha arrasado la población de un país con escasos recursos, pero también lo hizo el huracán Katrina con la gran potencia mundial.

El hecho de que a raíz de esta catástrofe, de dimensiones todavía abarcables, la sociedad más rica de la Tierra se haya visto obligada a solicitar ayuda externa no es sino una demostración de que los desastres dejan al descubierto en un brevísimo lapso todos los déficit, los vacíos y los parches de abastecimiento que en situaciones normales pasan desapercibidos.
Dejar el problema en manos de la tecnología, tampoco. La catástrofe de Chernobyl evidenció un fallo en el milagro técnico. El terremoto de la planta Castor –aunque aún no probado- ha despertado la preocupación de los valencianos, y los testimonios de ciudadanos estadounidenses ante los temblores y la contaminación del subsuelo por el sistema fracking evidencian la superioridad de la naturaleza.


La economía ecológica supone un gran paso para la actuación. Lo ha hecho tarde, sin embargo. Los grandes cambios del calentamiento global aún no han salido a escena, pero ya comienzan a aterrizar en los pequeños detalles. En cómo en pleno noviembre, aún hay temperaturas máximas próximas a los veinte grados. En cómo se ha vuelto rutinario oír de huracanes cada poco tiempo. O en cómo se han intensificado los tifones que afronta Filipinas cada año.

[Volvo ha sido la primera marca en fabricar un coche totalmente eléctrico, con una "talla normal"] 


El cambio climático y sus consecuencias –tanto naturales como sociales- comienzan a caer en los países que menos han contribuido al calentamiento del planeta. El paradigma se halla en África, donde el lago Chad ya ha comenzado a secarse y la desertificación está acabando con las tierras cultivables. Ante esto, los compañeros del señor Saño son los responsables de elaborar un derecho internacional que responsabilice y sancione, superando el debate de ‘a quién cargar con la culpa’ y sancionando aquellos actores que atenten contra el océano, el suelo, el aire y la vida animal. Pues tal y como dijo el dirigente filipino hace un año: “Si no lo hacemos nosotros, ¿entonces quién? Si no es ahora, ¿entonces cuándo? Si no es aquí, ¿entonces dónde?”.






miércoles, 23 de octubre de 2013

El trabajo en el bolsillo

(En esta entrada, el motor que mueve el mundo será la comunicación)


En la quinta edición de la conferencia “Comunicación corporativa 2.0”, celebrado en la Universidad Carlos III de Madrid, las aplicaciones móviles se convirtieron en el tema central de todas las ponencias. Y no es de extrañar. De acuerdo con el informe Spain Digital Future in Focus de ComScore, nuestro país es líder en el uso de smartphones, con un 66% de penetración. Y según Daniel Fernández, gerente de comunicación online de Llorente y Cuenca, utilizamos el móvil para acceder al correo y a las redes sociales casi tanto como el ordenador. 

No resulta extraño oír la expresión “la movilidad es el futuro”, porque al parecer lo es. Otro informe de ComScore, junto a Telefónica Alemania, reveló en enero del pasado año que el 8,8% de los usuarios de Smartphone tenía, además, una tableta. España se posicionaba así en el número uno del ranking europeo de la movilidad. 

La movilidad ha llamado a la puerta de centenares de usuarios, así como ha hecho su aparición en los departamentos de comunicación de grandes y medianas empresas. ¿Por qué y para qué? ¿Acaso no es más cómodo trabajar con un ordenador en la oficina? ¿No es más fácil ver vídeos corporativos en la pantalla de 15” de un PC?

En su ponencia, Daniel Fernández nos lo explica. De acuerdo con el gerente de comunicación online, “existe una tendencia a que la gente utilice más el móvil que el ordenador. Si los móviles nos ofrecen aplicaciones fáciles de usar, te da una interacción más rápida que el ordenador”. Con una aplicación móvil de la Intranet de una empresa, los trabajadores pueden acceder, en cualquier momento y en cualquier lugar, a los conocimientos generados por la entidad, las propuestas de otros empleados o los mensajes lanzados desde la alta dirección. 

Toma como ejemplo el proyecto construido para la empresa Gestamp Renewables: Leading the Chance. Un proyecto lanzado para facilitar la comunicación entre la empresa y los empleados. Para poner en contacto a los empleados de España, Brasil o China y juntos, proponer y llevar a cabo nuevas ideas o compartir conocimiento. Un proyecto para promover la conversación y generar un sentimiento de pertenencia. “Es poco comprensible que yo desde mi casa pueda tener conocimiento de todos mis amigos, independientemente de donde se encuentren y la hora, y no lo tenga en el profesional”.

Llorente y Cuenca puso a disposición de los trabajadores de Gestamp Renewables, herramientas 2.0 – construcción de Wikipedia, creación de una red social corporativa, uso de chats, videoconferencias, blogs o microblogging-. El proyecto triunfó, tuvo una muy favorable obtención de retorno, pero aún quedaba un 60% de empleados sin acceso a la Intranet de la empresa. 

¿Qué se hizo? Se construyó una aplicación para móviles y tabletas con “la información que más se necesitaba tener en el bolsillo” –cuenta Sergio González, del departamento de comunicación de Gestamp Renewables-. Los trabajadores emplean la aplicación para ver la disposición de sus compañeros y la forma en la que pueden contactar con ellos. “Llevamos 1.300 descargas, 20.000 veces con sesiones abiertas y 70 usuarios activos al día, además de dos minutos de tiempo medio de uso”. 

Con todo, cabe recordar que el uso de las herramientas 2.0 no implica necesariamente la participación y la generación de pertenencia a la empresa de los empleados. Para que se de una buena comunicación interna, tener un buen ambiente de trabajo es fundamental. De nada sirve tener una aplicación en el móvil que indique qué compañeros están conectados, si entre ellos no se quieren hablar. 

Si deseas ver la conferencia sobre las aplicaciones móviles en la comunicación corporativa 2.0, visita la exposición de fotos en el siguiente enlace: 

martes, 15 de octubre de 2013

Limpiezas en el campo francés

  • Los robos en las explotaciones agrícolas preocupan al sector
  • Entre las regiones más afectadas, se encuentran Borgoña, Lemosín y Lorena


Cuando en España nos preocupamos por los intermitentes robos de cable de cobre, en el país vecino, quedarse sin cosecha les trae de cabeza. Y es que, desde que comenzó el año, los agricultores franceses han tenido que hacer frente a cerca de 7.800 robos agrícolas, de acuerdo con el diario Le Figaro .

Según cuenta el mismo periódico francés, ladrones de patatas, uva o cereal han limpiado los campos de las regiones de Bordelais (suroeste), Vaucluse (sur) y Meuse (norte). Y no hablamos de pequeñas cantidades. Los agricultores víctimas de estos pillajes se encuentran con sus parcelas completamente desnudas. Asimismo, los delincuentes se apropian de las herramientas, un robo muy común en Vosgues (Lorena).

¿Quiénes son los responsables? Bandas organizadas que venden la mercancía en el extranjero y que provocan pérdidas importantes. Así, en Piolenc (Vaucluse), se han sustraído dos toneladas de ajo, el cual se vende a 8€ el kilo en el mercado. “Estos robos y deterioros representan un coste importante para los agricultores”, ha señalado la Federación Nacional de Sindicatos de Explotaciones Agrícolas (FNSEA).

De acuerdo con el director de la policía judicial de la Gendarmería, Simon-Pierre Baradel, los robos en las explotaciones agrícolas han ido aumentando desde hace dos o tres años y advierte que cualquier cosa puede ser sustraída. “Absolutamente todo puede ser robado, incluso los metales de los sistemas de irrigación, que son reciclados”. La policía sospecha que estas bandas pueden proceder del Este e incluso, del continente africano. 

En el siguiente vídeo, la cadena de televisión francesa BMFTV, informa acerca de los robos de materiales agrícolas. Entre los objetos sustraídos, destacan la desaparición de tractores. 



domingo, 6 de octubre de 2013

Cuando Papá Estado tiene un hijo predilecto

Si hubiera que darle un nombre a la última etapa política de España, ésta se llamaría, sin duda, austeridad. Los recortes en sanidad y educación o la subida de impuestos han constituido algunas de las medidas que el gobierno ha ejecutado en nombre de ésta.

Pero de pronto, el discurso político ha cambiado. El ejecutivo español ha presentado los presupuestos de 2014 como los de la “recuperación”. Las pensiones, el desempleo y el pago de los intereses de la deuda pública se han comido más de la mitad del pastel (un 54,6% del total de los gastos de los PGE). El gobierno saca pecho al anunciar que las becas han aumentado –una vez aprobada la polémica reforma educativa-, y presume de haber incrementado la cuantía de las subvenciones para todos los ministerios.

Como todos los presupuestos anteriormente aprobados, ‘los presupuestos de la recuperación’ han traído polémica. Uno de los puntos más discutibles ha sido el aumento en la financiación de las inversiones militares frente a las civiles. Ambas cuantías han subido, sí, pero una más que otra. En el próximo año, el gobierno destinará un 39,4% más de dinero al I+D militar, mientras que los avances científicos se verán sólo con un 1,3% más de financiación.

¿Por qué esta diferencia? La comunidad científica española encuentra como única explicación la falta de voluntad pública que hay hacia el desarrollo de investigaciones. Según José Molero, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid, “el ministro de economía o la vicepresidenta del gobierno no han recibido al colectivo Carta por la Ciencia, que pedía un incremento de 636 millones para I+D+i”.

De acuerdo con los datos del Banco Mundial, entre 2008 y 2012, España destinó un 0,9% de su PIB al gasto militar. Un dato que refleja una tendencia a la baja y que sitúa a nuestro país lejos de la lista de los 170 países que más dinero aportan. Al mismo tiempo, el Ministerio de Defensa señala en su página web que la investigación militar desarrolla proyectos para la protección ante riesgos nucleares, biológicos y químicos, electrónica, optrónica, láser o mecánica de precisión. Del mismo modo, destaca que el I+D militar es muy diferente al I+D civil, y justifica su actividad por “su orientación a obtener sistemas de armas, a las exigencias derivadas de la creciente cooperación internacional (europea y OTAN) o al hecho de que la defensa nacional sea competencia exclusiva del Estado”.

El dinero que el Estado destina a las investigaciones civiles se divide en dos categorías: las financieras –préstamos- y las no financieras –subvenciones-. La Confederación  de Sociedades Científicas de España (COSCE) denuncia que los préstamos son superiores a las subvenciones y advierte de que se sigue sin ejecutar casi la mitad del presupuesto. “Éste sigue siendo uno de los dramas, ya que en 2012 casi la mitad no llegó a ejecutarse”. Los programas de astronomía y astrofísica y el de desarrollo tecnológico e industrial son aquellos en los que más ha descendido las cuantías.

Según la OCDE, en 2011, España destinó un 1,33% de su PIB a I+D. Un porcentaje que se aleja al correspondiente de otros países, como Finlandia (3,68%), Alemania (2,84%), Suecia (3,37%) o Eslovenia (2,47%).

Sea cual sea la razón de la desigual balanza, está claro que las investigaciones civiles juegan un papel muy importante en el desarrollo de un país. Proyectos que se paralizan e investigadores que huyen forman parte de la realidad de la ciencia española. Una realidad que no contribuye a avivar a aquello que se denomina “La Marca España”.



miércoles, 17 de octubre de 2012

¿Las sequías son las culpables del hambre?


Numerosos expertos señalan que la razón de una próxima crisis alimentaria no se halla únicamente en las sequías vividas en los últimos once años. La especulación sobre los productos agrícolas, que denuncian escritores e investigadores como Jean Ziegler o Lester Brown, ha adquirido un gran peso en el discurso de quién es el responsable de la futura crisis alimentaria. 


La hambruna que vivió –y sigue viviendo- el cuerno de África (Etiopía, Somalia y Kenia) desde 2011, tuvo como principal causa, según la ONU, la sequía que asoló esa zona. Sin embargo, ONGs como Acción Contra el Hambre cuestionaron en su día el razonamiento de la organización y señalaron, como principal motivo, la especulación de multinacionales agrícolas sobre los precios de los productos.

Un año después ONU advierte de una crisis alimentaria mundial para el 2013 y el mismo razonamiento vuelve a surgir. La especulación sobre materias primas asoma como argumento principal en las voces de ecologistas y activistas. Para el escritor y presidente del centro de investigación Earth en Washington, Lester Brown, “estamos ante el comienzo de una interrupción del suministro de alimentos con una acometida de los especuladores a fin de ‘apoderarse’ de millones de kilómetros cuadrados de tierras agrícolas baratas, la duplicación de los precios internacionales de alimentos en una década y la dramática disminución de las reservas alimentarias de los países”.

Brown sostiene que el mundo está entrando en una nueva era, caracterizada por el aumento de los precios de los alimentos y la aparición de nuevas hambrunas. El ecologista norteamericano explica, en uno de sus últimos libros, que la tierra se ha convertido en una mercancía más “mientras el mundo pasa de una era de abundancia de los alimentos a una escasez”. Denomina al fenómeno de la especulación alimentaria ‘geopolítica del alimento’ y señala que éste esta sustituyendo poco a poco a la ‘geopolítica del petróleo’.

Carlos Gómez Gil, director del máster interuniversitario en Cooperación al Desarrollo de la Universidad de Alicante, ha señalado recientemente en un artículo publicado en Rebelión.org, aquello a lo que se refería el escritor Lester Brown: la geopolítica del hambre. En el escrito, el profesor ha denunciado la disminución de la ayuda al desarrollo, debido a los recortes y ajustes procedentes de las políticas de austeridad de muchos gobiernos; y a la conversión de los alimentos en un producto financiero disponible para apostar en las bolsas del mundo.

Gómez Gil ha afirmado en la página web del medio alternativo que el hambre que existe en el mundo “no es una cuestión divina como se nos ha intentado vender”. Existen bastantes recursos para erradicar las hambrunas, pero tales recursos están controlados por unas pocas multinacionales. Dichas corporaciones fijan los precios y acumulan en sus manos grandes productos agrícolas. El escritor ha citado como ejemplo las empresas Cargill, Bunge y Archer, multinacionales norteamericanas que controlan el 90% del comercio mundial de granos.

Un argumento parecido empleaba en su página web –www.accioncontraelhambre.org-, el director de Acción Contra el Hambre, Oliver Longué, según el cual el problema del hambre es una cuestión “no económica, sino política”.  Para el director de la ONG, hoy en día se produce el doble y por tanto existen recursos para solucionar el hambre.

En los medios de comunicación, la especulación de los alimentos como una posible causa apenas se mencionó en las noticias que se dieron acerca de la hambruna del Cuerno de África. Hubo excepciones, sin embargo. Así, el periodista de Informe Semanal, Vicente Romero, citaba en su reportaje que la mayor parte de las tierras de esta zona eran propiedad de grandes multinacionales, que fijaban precios altos y dejaban a los pequeños agricultores sin terreno para cultivar.

Estas mismas razones las han dado activistas como Esther Vivas. La catalana, en un programa de televisión, explicó que el 80% de la población del Cuerno de África vive de la agricultura, y las tierras agrícolas pertenecen a grandes empresas. El pequeño agricultor no puede acceder a ellas y, por tanto, no genera ingresos para comprar los productos de estas grandes compañías. 


martes, 16 de octubre de 2012

Según la ONU, el mundo entrará en una crisis alimentaria en 2013.


Según ha publicado hoy el diario británico The Observer, Naciones Unidas ha advertido que el mundo podría entrar en una crisis alimentaria en 2013 debido a las escasas reservas de alimentos que han llevado a cabo países exportadores de productos agrícolas, como Estados Unidos o Ucrania. Las sequias que han asolado tales zonas este año son la principal causa.

De acuerdo con Abdolreza Abbasian, economista senior de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, el mundo va a entrar en una crisis alimentaria a causa de las sequias que se han ido sucediendo desde hace once años. “No estamos produciendo la cantidad que consumimos. Por eso las existencias han bajado tanto. Los suministros son ahora muy limitados en todo el mundo y las reservas están a un nivel muy bajo, lo que no deja espacio para eventos inesperados el próximo año”, afirma.  Debido a que se han consumido más alimentos de los que había cosechados, los países han reducido sus reservas. Un ejemplo es Estados Unidos, el cual tiene previsto consumir un 6,5% del maíz reservado el próximo año, una de las cantidades más bajas desde 1974.

Abbasian ha advertido hoy, Día Mundial de la Alimentación, que los precios de los  principales productos agrícolas, como el trigo o el maíz,  ascenderán a niveles de 2008, año en el cual tuvieron lugar, en 25 países, protestas a causa del mismo problema. En septiembre, los precios de los alimentos subieron un 1,4%, unas décimas menos que en el pasado julio, donde la cifra se situó en el 6%.