Si hubiera que darle un
nombre a la última etapa política de España, ésta se llamaría, sin duda,
austeridad. Los recortes en sanidad y educación o la subida de impuestos han
constituido algunas de las medidas que el gobierno ha ejecutado en nombre de
ésta.
Pero de pronto, el
discurso político ha cambiado. El ejecutivo español ha presentado los
presupuestos de 2014 como los de la “recuperación”. Las pensiones, el desempleo
y el pago de los intereses de la deuda pública se han comido más de la mitad
del pastel (un 54,6% del total de los gastos de los PGE). El gobierno saca
pecho al anunciar que las becas han aumentado –una vez aprobada la polémica
reforma educativa-, y presume de haber incrementado la cuantía de las
subvenciones para todos los ministerios.
Como todos los
presupuestos anteriormente aprobados, ‘los presupuestos de la recuperación’ han
traído polémica. Uno de los puntos más discutibles ha sido el aumento en la
financiación de las inversiones militares frente a las civiles. Ambas cuantías
han subido, sí, pero una más que otra. En el próximo año, el gobierno destinará
un 39,4% más de dinero al I+D militar, mientras que los avances científicos se
verán sólo con un 1,3% más de financiación.
¿Por qué esta
diferencia? La comunidad científica española encuentra como única explicación
la falta de voluntad pública que hay hacia el desarrollo de investigaciones.
Según José Molero, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad
Complutense de Madrid, “el ministro de economía o la vicepresidenta del
gobierno no han recibido al colectivo Carta por la Ciencia, que pedía un
incremento de 636 millones para I+D+i”.
De acuerdo con los
datos del Banco Mundial, entre 2008 y 2012, España destinó un 0,9% de su PIB al
gasto militar. Un dato que refleja una tendencia a la baja y que sitúa a
nuestro país lejos de la lista de los 170 países que más dinero aportan. Al
mismo tiempo, el Ministerio de Defensa señala en su página web que la investigación
militar desarrolla proyectos para la protección ante riesgos nucleares,
biológicos y químicos, electrónica, optrónica, láser o mecánica de precisión.
Del mismo modo, destaca que el I+D militar es muy diferente al I+D civil, y
justifica su actividad por “su orientación a obtener sistemas de armas, a las
exigencias derivadas de la creciente cooperación internacional (europea y OTAN)
o al hecho de que la defensa nacional sea competencia exclusiva del Estado”.
El dinero que el Estado
destina a las investigaciones civiles se divide en dos categorías: las financieras
–préstamos- y las no financieras –subvenciones-. La Confederación de Sociedades
Científicas de España (COSCE) denuncia que los préstamos son superiores a las
subvenciones y advierte de que se sigue sin ejecutar casi la mitad del
presupuesto. “Éste sigue siendo uno de los dramas, ya que en 2012 casi la mitad
no llegó a ejecutarse”. Los programas de astronomía y astrofísica y el de
desarrollo tecnológico e industrial son aquellos en los que más ha descendido
las cuantías.
Según la OCDE, en 2011,
España destinó un 1,33% de su PIB a I+D. Un porcentaje que se aleja al
correspondiente de otros países, como Finlandia (3,68%), Alemania (2,84%),
Suecia (3,37%) o Eslovenia (2,47%).
Sea cual sea la razón
de la desigual balanza, está claro que las investigaciones civiles juegan un
papel muy importante en el desarrollo de un país. Proyectos que se paralizan e
investigadores que huyen forman parte de la realidad de la ciencia española.
Una realidad que no contribuye a avivar a aquello que se denomina “La Marca
España”.
Aquí vemos las prioridades de Papá Estado ¿Contra qué o quién hay que defenderse?
ResponderEliminarNos quieren conquistar los musulmanes! :O
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