domingo, 6 de octubre de 2013

Cuando Papá Estado tiene un hijo predilecto

Si hubiera que darle un nombre a la última etapa política de España, ésta se llamaría, sin duda, austeridad. Los recortes en sanidad y educación o la subida de impuestos han constituido algunas de las medidas que el gobierno ha ejecutado en nombre de ésta.

Pero de pronto, el discurso político ha cambiado. El ejecutivo español ha presentado los presupuestos de 2014 como los de la “recuperación”. Las pensiones, el desempleo y el pago de los intereses de la deuda pública se han comido más de la mitad del pastel (un 54,6% del total de los gastos de los PGE). El gobierno saca pecho al anunciar que las becas han aumentado –una vez aprobada la polémica reforma educativa-, y presume de haber incrementado la cuantía de las subvenciones para todos los ministerios.

Como todos los presupuestos anteriormente aprobados, ‘los presupuestos de la recuperación’ han traído polémica. Uno de los puntos más discutibles ha sido el aumento en la financiación de las inversiones militares frente a las civiles. Ambas cuantías han subido, sí, pero una más que otra. En el próximo año, el gobierno destinará un 39,4% más de dinero al I+D militar, mientras que los avances científicos se verán sólo con un 1,3% más de financiación.

¿Por qué esta diferencia? La comunidad científica española encuentra como única explicación la falta de voluntad pública que hay hacia el desarrollo de investigaciones. Según José Molero, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid, “el ministro de economía o la vicepresidenta del gobierno no han recibido al colectivo Carta por la Ciencia, que pedía un incremento de 636 millones para I+D+i”.

De acuerdo con los datos del Banco Mundial, entre 2008 y 2012, España destinó un 0,9% de su PIB al gasto militar. Un dato que refleja una tendencia a la baja y que sitúa a nuestro país lejos de la lista de los 170 países que más dinero aportan. Al mismo tiempo, el Ministerio de Defensa señala en su página web que la investigación militar desarrolla proyectos para la protección ante riesgos nucleares, biológicos y químicos, electrónica, optrónica, láser o mecánica de precisión. Del mismo modo, destaca que el I+D militar es muy diferente al I+D civil, y justifica su actividad por “su orientación a obtener sistemas de armas, a las exigencias derivadas de la creciente cooperación internacional (europea y OTAN) o al hecho de que la defensa nacional sea competencia exclusiva del Estado”.

El dinero que el Estado destina a las investigaciones civiles se divide en dos categorías: las financieras –préstamos- y las no financieras –subvenciones-. La Confederación  de Sociedades Científicas de España (COSCE) denuncia que los préstamos son superiores a las subvenciones y advierte de que se sigue sin ejecutar casi la mitad del presupuesto. “Éste sigue siendo uno de los dramas, ya que en 2012 casi la mitad no llegó a ejecutarse”. Los programas de astronomía y astrofísica y el de desarrollo tecnológico e industrial son aquellos en los que más ha descendido las cuantías.

Según la OCDE, en 2011, España destinó un 1,33% de su PIB a I+D. Un porcentaje que se aleja al correspondiente de otros países, como Finlandia (3,68%), Alemania (2,84%), Suecia (3,37%) o Eslovenia (2,47%).

Sea cual sea la razón de la desigual balanza, está claro que las investigaciones civiles juegan un papel muy importante en el desarrollo de un país. Proyectos que se paralizan e investigadores que huyen forman parte de la realidad de la ciencia española. Una realidad que no contribuye a avivar a aquello que se denomina “La Marca España”.



2 comentarios:

  1. Aquí vemos las prioridades de Papá Estado ¿Contra qué o quién hay que defenderse?

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